¿Te ha pasado que sientes que comes bien, te esfuerzas por mantener tus comidas saludables, pero la balanza no se mueve?
No estás sola. Muchas mujeres llegan a este punto con frustración y ganas de rendirse.
Pero, ¿y si te dijera que no todo se trata de calorías?
1. La alimentación saludable no siempre es estratégica
Comer bien no siempre significa comer lo que tu cuerpo necesita para tu objetivo. A veces los alimentos son saludables, pero mal combinados, con porciones que no se adaptan a tu metabolismo, tu ciclo hormonal o tu nivel de actividad física.
Ejemplo:
Puedes comer avena, frutas y nueces… pero si lo haces justo antes de dormir o en exceso, quizás no es ideal para perder grasa.
2. Factores invisibles: estrés, sueño, hormonas
El estrés crónico, el mal descanso o desequilibrios hormonales pueden sabotear tu progreso, aunque tu alimentación sea correcta. Tu cuerpo interpreta todo como una señal. Si estás en modo “alerta”, es probable que retenga grasa en lugar de quemarla.
3. Creencias limitantes y emociones no gestionadas
No podemos separar lo que comemos de cómo nos sentimos.
Si hay culpa al comer, autoexigencia extrema o falta de conexión contigo misma, tu cuerpo lo percibe.
🧠 La nutrición integral no solo es física: también es emocional y mental.
No es que lo estés haciendo mal…
Es que tal vez aún no has encontrado lo que realmente funciona para ti.
No busques más dietas: busca autoconocimiento, estrategia y acompañamiento profesional.
Porque el verdadero cambio empieza cuando eliges cuidarte desde el amor, no desde la culpa.