La iniciativa de ley 5504, de «promoción de la alimentación saludable», fue presentada por el Frente Parlamentario contra el Hambre el 3 de octubre del 2018, en el Congreso de la República. Solo un día después, la Cámara Guatemalteca de Alimentos y Bebidas (CGAB), en conferencia de prensa, mostró su rechazo.
Posterior a ello, se creó una mesa técnica entre el Frente Parlamentario, organismos internacionales, sociedad civil y el sector empresarial. Se reunieron para explicar la iniciativa, pero el sector empresarial no escuchó ningún argumento técnico y promovió varios congresos y actividades contra la iniciativa, entonces la ley fue engavetada.
El 27 de febrero de 2024, el diputado Jairo Flores, a través del Frente Parlamentario contra el Hambre, retomó está ley en segunda lectura. Nuevamente, la CGAB ha mostrado su rechazo en comunicados, amenazando con el aumento de precios de la canasta básica, además, se creó una campaña de desinformación en redes sociales.
A esta élite empresarial no le conviene, porque debe pagar el permiso de colocación de sellos de advertencia para que la población tenga la posibilidad de identificar la comida con exceso de «nutrientes críticos»: calorías, grasas dañinas, sodio y azúcar; de no cumplirse con estos sellos, tendrán multas.
La ley no aplica para cualquier envasado o empaquetado, solo para aquella comida con estos «nutrientes críticos» en exceso, por supuesto que ha funcionado en otros países para que la industria de alimentos mejore sus formulaciones, a fin de ofrecer alimentos más sanos a la población. Pero, en el caso de Guatemala, este sector tiene un negocio redondo, porque la comida ultraprocesada tiene tantas sustancias químicas, dañinas y adictivas, que ha creado una sociedad enferma y dependiente de estas, las cuales están disponibles en todas partes, hasta en el lugar más recóndito del país y a diferentes precios para cualquier estrato económico de la población. Este sector vende tanta comida ultraprocesada a costa de nuestra salud, que no es casualidad que las mismas familias sean las propietarias del monopolio de las farmacias, las cuales venden medicina sobrevalorada, tres veces más cara que en otros países centroamericanos, además, han eliminado, absorbido y amenazan cualquier intento de farmacia con precios inferiores. Y, después, hacen un llamado a la acción en «guatemaltecos por la nutrición».
La iniciativa de ley 5504 sí conviene a la población. El 4 de marzo se conmemora el Día Mundial contra la Obesidad, lo cual es importante, porque en Guatemala el 40 % de las niñas y los niños entre 7 a 11 años padece obesidad y el 67.2 % de los adultos padece sobrepeso u obesidad, la prevalencia es mayor en mujeres (70.2 %). Son más de 2.5 millones de personas con diabetes e hipertensión en Guatemala y las prevalencias de diferentes tipos de cáncer se han quintuplicado en los últimos quince años. Personalmente, estoy asombrada de la cantidad de pacientes adolescentes con hígado graso que he visto en los últimos años.
Es positivo tener sellos de advertencia en la comida, porque las y los consumidores tenemos derecho a estar informados de lo que consumimos. Pero eso no es suficiente, también se realizará una campaña masiva para la comprensión de estos sellos, se creará una campaña educativa para que las niñas y los niños en edad escolar puedan tener todo el conocimiento sobre la alimentación sana, y se regulará la publicidad engañosa, porque existen estudios que muestran que las niñas y los niños son más susceptibles a ser influenciados en medios de comunicación, pero también están en una etapa en la que pueden modificar hábitos sanos para su buen crecimiento y desarrollo.
Ayer, conté 34 establecimientos de comida chatarra en 5 kilómetros de la Calzada Roosevelt, además, todas las tiendas de barrio están saturadas de snacks empacados, cargados de «nutrientes críticos» y gas, en las comunidades más recónditas y pobres he visto gente con el jumbo de gaseosa pensando que es un lujo. La población come lo que está disponible, al alcance y sin regulación.
En términos prácticos, pensemos en la cantidad de personas a nuestro alrededor que tiembla en la mañana hasta que consume su gaseosa del día, mientras sus riñones se deterioran poco a poco; pensemos en todas las personas que, con el inicio del COVID-19, arrasaron con los jugos de naranja envasados pensando que eran sanos, cuando realmente tienen más azúcar y químicos que naranja natural; pensemos en toda la gente que pone yogur con figuras infantiles en las loncheras escolares, pensando que son sanos, cuando realmente están cargados de azúcar, sodio y grasas dañinas. Existen alimentos que sí son sanos y tenemos derecho a diferenciar.
Basta de mentiras y publicidad engañosa. La iniciativa de ley 5504 sí nos conviene a la población. La siguiente semana esperamos la tercera lectura en el Congreso, es un momento histórico en el cual un grupo de diputados y diputadas están legislando a favor de la población, es momento de acabar con los monopolios y el mercantilismo, es momento para que la pequeña y mediana empresa promueva sus alimentos sanos y ricos, y que la agricultura tenga auge hacia los alimentos más sanos y frescos. Es nuestro momento.
#ApoyoLaLey5504
Publicado en revista gAzeta el 6/03/2024 https://gazeta.gt/74149/