Spoiler alert: la comida ni es buena ni es mala, sólo es comida.
Clasificamos todo en extremos, o blanco o negro, sin nada en medio, y lo hacemos también con la comida: glorificamos los alimentos buenos y demonizamos los malos. Si comemos comida buena somos buenos y nos sentimos buenos, aunque estemos hartos de ensaladas y llevemos días soñando con una pizza, y si un día comemos esa pizza que tanto nos apetece, somos malos porque la pizza es mala, y nos sentimos mal. Esta forma de pensar puede llevarnos a una mala relación con la comida, y en el peor de los casos, a desarrollar un TCA.
Cambiemos el punto de vista: pensemos en comida de consumo frecuente y comida de consumo esporádico. Con esto conseguimos despenalizar lo malo e integrar lo que nos gusta en nuestra dieta, de acuerdo a nuestro contexto personal, y sin sentimiento de culpa. En definitiva, conseguimos volver a disfrutar de la comida. Y eso sí que es bueno.
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