Breve resumen del proceso de digestión
Cuando nos metemos un alimento en la boca, da comienzo la digestión mediante la combinación de la masticación, la lengua y la saliva. Posteriormente, el bolo formado pasa desde la faringe al esófago (un tubo largo) y va descendiendo hasta llegar al estómago. En el estómago, mediante la acción química del ácido clorhídrico, principalmente, el bolo se va transformando en una sustancia de consistencia semilíquida llamada quimo. Después, lo que una vez fue comida, seguirá su camino por el intestino delgado (donde se absorberán la mayoría de nutrientes), el intestino grueso (donde se absorberá agua) y será expulsada en forma de materia fecal por el ano.
¿Qué sucede en la enfermedad por reflujo gastroesofágico?
Lo que sucede en la enfermedad por reflujo gastroesofágico es que el contenido ácido del estómago, que debería quedarse donde está para hacer la digestión química de la que acabamos de hablar, pasa al esófago. Aunque el estómago está preparado para soportar el medio ácido, el esófago no lo está tanto. Por ello y por otros motivos, esta enfermedad debe ser, en primer lugar, diagnosticada y tratada por un médico.
¿Por qué se da la enfermedad por reflujo gastroesofágico?
En la mayoría de los casos, esto sucede porque el paciente tiene una hernia de hiato. La hernia de hiato no es otra cosa que una afección en la que la parte superior del estómago, que suele estar por debajo de un agujero que tiene el diafragma (hiato diafragmático), se queda por encima de dicho agujero. Esto favorece que el contenido gástrico ascienda hacia el esófago.
Los síntomas más comunes son la acidez o ardor, problemas al tragar, mal aliento, etc. También puede favorecer episodios de tos. Si notamos que tenemos estos síntomas recurrentemente, el primer paso a llevar a cabo sería ir a nuestro médico de atención primaria para poder determinar la causa de esta sintomatología.
Objetivos de la dieta
Aunque dicho reflujo puede estar producido por otras causas distintas a la mencionada hernia de hiato, los consejos nutricionales para controlar los síntomas van a ir encaminados a conseguir los mismos resultados. Los objetivos clínicos que se buscan mediante la dietoterapia para esta patología son los de reducir la producción de ácido por parte del estómago y aumentar el tono muscular del esfínter esofágico inferior para evitar que los ácidos refluyan desde el estómago hacia el esófago. El esfínter esofágico inferior es una compuerta que tiene el esófago para impedir, precisamente, que el contenido del estómago vuelva hacia arriba.
Consejos sobre la alimentación
- Hacer uso de técnicas culinarias tales como hervidos, platos al horno o al vapor…
- Masticar lentamente los alimentos.
- Evitar las comidas muy copiosas.
- Hacer varias comidas al día (unas 5), ya que, al repartir las comidas, las cantidades que podemos tomar de golpe no son tan abundantes.
- Ojo con los alimentos muy fríos o muy calientes, ya que también estimulan la secreción gástrica.
- Evitar alimentos con mucha cantidad de grasa, como el fiambre, los embutidos o el queso curado. Lo mismo sucede con frituras y rebozados.
- Huir de especias picantes (curry, pimentón picante, ajo en polvo, pimienta…) y de alimentos muy ácidos
- Hay algunos alimentos que favorecen la secreción de ácido por parte del estómago (alcohol, té, chocolate, café…). También deberían evitarse.
- Evitar los mal llamados “refrescos”, “bebidas energéticas” y, en general, las bebidas con gas.
- Por supuesto, prescindir de productos ultraprocesados, tales como bollería, galletas, platos precocinados, hamburguesas…
Recomendaciones generales
- Reducir la grasa corporal. Muchas personas que padecen la enfermedad por reflujo gastroesofágico suelen tener sobrepeso u obesidad. - Al haber un exceso de grasa abdominal, la presión en el abdomen aumenta, lo que empeora los síntomas.
- Dormir ligeramente incorporado. Esta medida puede cumplirse de diferentes formas. Se puede hacer uso de colchones y cuñas antireflujo. De la misma manera, también podemos usar varias almohadas o levantar el cabecero de la cama.
- Intentar que pasen unas dos o tres horas desde que comemos hasta que nos vamos a la cama o nos tumbarnos (también se aplicaría a la siesta).
- Evitar la ropa y los cinturones muy ajustados, ya que también aumentarán la presión abdominal. Es preferible hacer uso de ropa cómoda y que no apriete.
- A veces, en según qué personas, el realizar ejercicio físico muy intenso puede favorecer la aparición de los síntomas característicos como el ardor. En estos casos, se podría cambiar el ejercicio intenso por otro algo más moderado. Eso sí, sea cual sea el ejercicio que realicemos, hay que evitar hacerlo después de comer (esperar, al menos, varias horas).
- Si se fuma, dejar de fumar.
- Evitar el consumo de alcohol.
- Reducir el estrés.