Soy una lectora empedernida. Si hay algo que me describa mejor, es que he leído más páginas que recorrido pasos en mi vida. Leer es una herramienta hermosa que me acompaña desde pequeña, a encontrar soluciones a problemas complejos, a viajar a otros mundos y otros tiempos sin salir de mi casa, a entender otros puntos de vista y ser más empática (o bueno, intentarlo). Una vez que el autor te ha llevado por diferentes sendas en la narrativa, lograr culminar la historia con un giro inesperado que te deja con buen sabor de boca, a eso le llamo felicidad plena. Pero como todo lo bueno, de apoco, a cuenta gotas. Pues leer un libro requiere esfuerzo, dedicarle tiempo a pausar y hacer inmersión en otro mundo, otra época. Y al final del día, son estas cosas cotidianas que nos brindan felicidad.
Seguro te estarás preguntando cómo se relaciona la lectura con nutrición, crecimiento y desarrollo. Si bien leer es gusto adquirido, pues también es un hábito saludable. Estamos enseñando a nuestro cuerpo y mente a desacelerar, a enfocar, a pausar y recapacitar. Todas estas virtudes que perdemos frente al impulso de consumir alimentos ultraprocesados. Esos productos que nos ofrecen felicidad efímera, donde encontramos placer en el lugar equivocado; y que nos evoca a seguirle buscando, pues estos picos de placer deben de ser mantenidos en el tiempo.
Entonces ¿cómo podemos enfocar la búsqueda de esa felicidad sin esclavizarnos a los alimentos ultraprocesados, a las series televisivas, a los videos de redes sociales, al tabaquismo y alcohol? Sí, esclavitud. Porque no somos libres de esa hamburguesa jugosa o papalinas crujientes los fines de semana, porque nuestro cuerpo demanda esa galleta o pan dulce por la tarde. Nos volvemos esclavos de los productos ricos en grasa, azúcar y sal porque tienen la formulación y balance perfecto para desencadenar una reacción de "deliciousness" o sabrosísimo que nos lleva a su consumo desmesurado. Y esto último a su vez impacta de forma negativa en el crecimiento y desarrollo en menores de edad y en general en la salud familiar.
Mi objetivo con esta lectura es hacerte reflexionar si realmente tu salud y la de tu familia necesitan mantener esta felicidad efímera, mantener hábitos no saludables que deterioran la salud a corto y largo plazo. Así como a comenzar a buscar experiencias y hábitos que requieran mayor esfuerzo y dedicación por parte nuestra, pero donde la recompensa será más duradera.
¿Por qué slow mo? (del inglés slow motion o cámara lenta). Disminuir la velocidad en que consumimos, compramos, adquirimos. Invertir tiempo en planificar, elaborar, producir. Porque al final del día, no importa el número que diga la balanza, sino el esfuerzo que haz invertido en hacer estos cambios, porque tu peso no te define. Como este es un blog para padres e hijos, qué mejor manera de ejemplificar el esfuerzo, constancia y trabajo en equipo que con la fábula popular: La Gallinita Roja.
Había una vez una Gallinita Roja que encontró unos granos de maíz. Le pidió ayuda al perro, gato y pato para sembrar y cosechar los granos, para hacer harina y hornear un pan, pero ninguno quiso cooperar. Así que ella se puso a hacer sola la tarea.
Cuando fue el momento de comer el pan, ni el perro, ni el gato ni el pato, le ayudaron a comerlo, pues ella solita había hecho todo el trabajo.Fin
Moraleja general:
La felicidad plena no está en comerse el pan per se, sino que ese pan es reflejo de todo el esfuerzo y constancia que invirtió la Gallinita Roja en fabricar los ingredientes. Esa felicidad tomó tiempo y dedicación. Cuando digo slow mo me refiero a esto, a dedicarle tiempo a lo que consumimos, a invertir esfuerzo en la preparación de alimentos caseros y evitar el ultra procesado. A leer el libro y disfrutar la historia a cuenta gotas en lugar de ver la serie de forma compulsiva. En retardar la recompensa. En entrenar al cerebro a disfrutar de la felicidad con dosis de dopamina pequeñas pero constantes. Al final del día, la recompensa verdadera vendrá a partir de este esfuerzo y valor que le daremos a lo que con nuestras propias manos hemos preparado.
Por otro lado, la Gallinita Roja nos enseña que ningún animal de la granja puede hacer por ella lo que ella realmente necesita. Sí, necesitamos de una comunidad que nos apoye, guíe y motive. Pero sabremos si estamos listos a movernos a ese cambio cuando estemos empoderados con el conocimiento necesario, cuando confiemos en nosotros mismos y la capacidad de nuestro cuerpo para lograrlo, cuando sepamos para qué queremos hacer estos cambios y tener fija nuestra meta que nos mantendrá en esa lucha constante.
Moraleja nutricional 1:
Este cuento (y varios otros que relatan la vida en épocas medievales o coloniales), me hace reflexionar en lo mucho que nos teníamos que mover como seres humanos para sobrevivir. Si tu querías pan, había que sembrar, cosechar y segar el trigo. Había que hacer el harina, ir al talar árboles para la leña, y esperar a hornear para obtener el producto final. ¡Y esto es apenas para un solo ingrediente! Ahora imagina todo lo que nos teníamos que desplazar para sobrevivir, si no teníamos granja pues caminar/cabalgar al mercado más accesible.
Hoy en día las tendencias en boga y algunos profesionales de salud nos han hecho creer que no nos merecemos comer ni pan, ni banano, que no podemos comer a las ocho de la mañana porque muy temprano para romper el ayuno, que debemos comer los alimentos en un orden específico, que no nos merecemos ni el glúten ni la lactosa (para individuos sanos). ¿Te cuento un secreto? No nos hace falta comer menos; nos hace muchísima falta movernos más. Un jornalero que trabaja en cañaverales necesita consumir alrededor de 3000 kcal al día; un deportista de alto rendimiento (que entrena más de 3 horas al día) consume un alrededor de 3000 a 5000 kcal al día. Come sin culpa y con amor a tu cuerpo, pero múevete. Así como la Gallinita Roja, que encontró paz con su pan, en lo sencillo y en lo cotidiano, espero que tu también encuentres felicidad plena.
Moraleja nutricional 2:
Los que han pasado por mi consultorio saben que aquí no se habla del peso. Que los resultados en cambios de hábitos no los medimos en la balanza. Imagina tu a la gallinita que, después de todo su esfuerzo y constancia para preparar el pan, este mismo se ve anulado porque la balanza no se movió. El peso no te define, pero tus hábitos que realizas de forma constante y que le das todo tu esfuerzo sí. Recuerda esto cada vez que busques motivación para ti y tu familia. De disfrutar el proceso de elaborar algo que te gusta y no verlo como castigo, pues cuidar de nuestra salud es el mayor regalo que nos podemos dar.
Y ahora te comparto esta hoja por si quieres compartir esta historia en casa y aplicarlo con los peques. ¿Qué tal hacer una obra de teatro en casa? Porque además de fomentar la lectura, pues tenemos un efecto ganar-ganar ya que al mismo tiempo disminuimos tiempo de consumo de pantallas.